La desmonopolización de ANCAP

Una reforma pendiente: La desmonopolización de ANCAP.

Es notorio, tal como dejamos de manifiesto en la discusión parlamentaria del proyecto de ley de urgente consideración, que una de las grandes reformas pendientes para nuestro país es la desmonopolización del mercado de combustibles.

Se trata de una cuestión de principios, ya que consideramos que la libertad es uno de los valores más trascendentes al ser humano, y tal como afirmara el Presidente de la República, nuestro objetivo es que, terminados estos cinco años de gobierno, los uruguayos sean más libres.

En virtud de ello, siendo coherentes con los principios que guían nuestro accionar, no podemos apoyar la existencia de ningún monopolio legal, porque éstos hacen menos libres a las personas. Se coarta la libertad del emprendedor, del que quiere importar, exportar y refinar petróleo o sus derivados, y ofrecer un producto con la mejor calidad posible, al menor precio posible. También se coarta la libertad del consumidor, al no permitírsele elegir a quien comprarle. Los precios -considerando el análisis microeconómico- son menores cuando el mercado está en competencia, que cuando existe un monopolio.

Desde nuestro punto de vista, la discusión debería plantearse a la inversa de cómo se viene desarrollando. Nuestro ordenamiento jurídico, por expresa disposición de la Constitución de la República, consagra a la libertad como un principio. Tal como lo desarrolla el Artículo 10 de la Carta Magna, todos los habitantes de la República tienen el derecho de hacer todo
aquello que no afecte a los derechos de terceras personas o al orden público; en definitiva, las personas físicas podemos hacer todo aquello que la Ley no nos prohíba.

Es decir, que la libertad es el principio, y la limitación de la libertad es la excepción. En esencia, el Artículo 7° de la Constitución que reconoce el derecho a la libertad en toda su expresión, preceptúa que dicho derecho sólo puede limitarse por medio de una Ley, dictada por razones de interés general. Por tanto, yo entiendo que el monopolio de A.N.C.A.P., se ha tornado contrario a los principios de nuestra Constitución; porque la Ley, a nuestro pesar, sigue vigente, pero evidentemente, esa ley no responde al interés general, más bien todo lo contrario.

En virtud de ello, consideramos que que la discusión está mal planteada: no deberíamos estar discutiendo por qué derogar el monopolio, cuáles son las razones para liberar el mercado de los combustibles -que vaya que las hay y las vamos a dar-; sino que lo que se debería discutir es cuáles son los argumentos para mantener este monopolio. Porque la libertad es el principio, y si vamos a limitar la libertad debemos explicarle bien al pueblo
uruguayo cuáles son las razones de interés general que nos habilitan a coartarle las libertades.

Ya han transcurrido muchos años como para que todo el sistema político tome noticia que el monopolio de A.N.C.A.P no le sirve a los uruguayos. Hoy en día, toda la población es rehén de la A.N.C.A.P., todo el sector productivo es rehén de los precios del combustible impuestos por A.N.C.A.P. El precio del barril de petróleo llegó a ser negativo en Estados Unidos, Señor Presidente, y eso no se pudo aprovechar correctamente. Distinto hubiese
sido el escenario si tuviésemos el mercado de crudo y derivados diversificado en su oferta.

Como resultado de este monopolio, tenemos el combustible más caro de la región y uno de los combustibles más caros del mundo. El precio del combustible se ha utilizado sistemáticamente como forma de recaudación, dada la exorbitante incidencia que tienen el IVA y el IMESI en estos bienes.

Tal como sostuviera el economista Joseph Schumpeter (nacido en el Siglo XVIII), quien formuló el concepto de “destrucción creativa”, existen medidas que destruyen empleos en industrias arcaicas y no competitivas, pero terminan generando nuevos empleos en industrias modernas y competitivas; lo que en definitiva redunda en un beneficio para toda
la sociedad.

El libre comercio internacional promueve la prosperidad para todos, mientras que la protección de la industria nacional sólo beneficia a unos pocos privilegiados que se logran acomodar con el sistema político. Y esto se agrava aún más, cuando esas industrias se encuentran monopólicamente en manos del Estado: se vuelven una maquinaria de recaudación, y generan una casta de funcionarios con privilegios inadmisibles que persisten a costas del trabajo y el esfuerzo del sector privado.

Desde nuestro Partido Nacional, tenemos la total tranquilidad de haber intentado de todas las formas posibles arribar a un acuerdo para mantener el articulado original que remitiera el Poder Ejecutivo y cumplir con las demandas de la ciudadanía en tan importante temática para la economía nacional. No obstante ello, a los efectos de lograr un consenso en el presente capítulo, nuestro partido negoció un texto alternativo a la desmonopolización del mercado de combustibles, atendiendo a lo propuesto por otros integrantes de la coalición de gobierno.

Esperamos que las disposiciones finalmente aprobadas puedan alcanzar los objetivos que se proponen; pero renovamos nuestro compromiso con el Poder Ejecutivo, y con la ciudadanía en general, de seguir trabajando para hacer posible la derogación del monopolio de A.N.C.A.P., que tan caro nos ha costado a todos los uruguayos, porque consideramos que ese es el único camino para alcanzar resultados sustanciales y sostenibles en el tiempo.